Tras el calor del verano, el otoño nos brinda uno de los productos más apreciados de la temporada: las setas.
A la hora de maridar setas, es fundamental considerar su sabor tan característico y los ingredientes que las acompañan en el plato.
Desde los champiñones hasta los níscalos, los ceps o las trompetas de la muerte, las setas ofrecen una increíble variedad de sabores. Para encontrar la armonía perfecta con el vino, disponemos de un amplio abanico de opciones: desde blancos aromáticos hasta tintos con cuerpo, todos los estilos de vino pueden encontrar su “pareja ideal” entre la diversidad de setas.
Champiñones, lenguas y níscalos
El champiñón, el más humilde de los hongos cultivados, así como los apreciados níscalos y lenguas, combinan a la perfección con vinos blancos con crianza en barrica de roble, como un buen chardonnay. Las notas tostadas de estos vinos realzan el sabor de estas setas.
Si estos mismos hongos forman parte de una salsa para asados o fricandó en la que se ha incorporado vino tinto, lo ideal es buscar la profundidad de un tinto ligero o un merlot clásico.
Setas de cardo y shitakes
Si prefieres preparar las setas en recetas de inspiración asiática, un vino blanco aromático será el maridaje perfecto.
Negrillas, ceps y trompetas de la muerte
Las salsas elaboradas con estas setas suelen acompañar carnes rojas, intensas y sabrosas. En estos casos, lo mejor es optar por un tinto con cuerpo.
Colmenillas, rebozuelos y trufas
En general, un merlot clásico, envejecido 12 meses en roble francés, es una apuesta segura. Si puedes encontrar añadas más antiguas, mejor aún, ya que el merlot desarrolla con el tiempo intensos aromas de sotobosque y setas. Para la trufa, la reina de las setas, lo ideal es un gran vino procedente de viñas viejas, que logre una armonía perfecta.
Tanto los vinos blancos como los tintos envejecidos en barrica acompañan muy bien los platos de setas. La calidez y las notas de torrefacción que aporta la crianza en roble combinan a la perfección con la mayoría de setas.