
Tradicionalmente, siempre o casi siempre, maridamos el pescado con vino blanco. Incluso los pescados con una textura más “carnosa” o con salsas más elaboradas y potentes.
¿Pero podemos maridar el pescado con vino tinto? Normalmente, el vino tinto contiene una cantidad de taninos más elevada, que interactuará negativamente con las grasas del pescado, dejando un regusto metálico en la boca.
Si quieres un vino tinto con tu pescado, debes buscar vinos con pocos taninos y más bien ligeros.
Pero hoy hablaremos del maridaje del pescado según su textura, porque no todos los pescados son iguales, ¿verdad?
¿Qué tipos de pescados podemos diferenciar?
Podemos distinguir cuatro tipos de pescados (hoy no hablaremos de marisco) según su sabor y su textura:
- Pescado magro y ligero: lubina, lenguado, dorada, bacaladilla, merluza...
- Pescado de textura media: trucha, bacalao, rodaballo, rape, merluza...
- Pescado carnoso: salmón, atún, pez espada, dorado, tiburón, raya...
- Pescado con sabor intenso: sardina, arenque, caballa, anchoa...
Como ya podéis imaginar, la intensidad del pescado también determinará la intensidad del vino a la hora de encontrar el mejor maridaje.
Pescados magros y ligeros
Quizás este tipo de pescado es el que ha determinado el maridaje generalizado del pescado con vino blanco. Tal vez no tanto por la interacción negativa con los vinos tintos, sino más bien porque su delicadeza desaparecería del paladar al maridarlos con un vino demasiado potente. Son pescados que, habitualmente, se cocinan de manera que se respete su delicadeza, como al vapor, a la plancha o al horno.
Por lo tanto, los vinos blancos frescos y ligeros serán los más indicados para acompañar este tipo de pescado. Albariño, sauvignon blanc, parellada, xarel·lo y chardonnays ligeros y sin crianza, verdejo... Si prefieres un rosado, que sea pálido y ligero, tipo provenzal.
Pescados de textura media
Aunque comparten la textura laminada similar a los anteriores, este tipo de pescado tiende a resistir salsas e ingredientes más ricos, ¡y también vino!
Es preferible continuar con vinos blancos, pero con más cuerpo, como los vinos con crianza en madera o más aromáticos. Un chardonnay con crianza, pero también un riesling, un macabeo o un viognier serán una buena elección.
Si están cocinados en guisos, zarzuelas o con salsas a base de tomate y pimiento, un rosado con un poco más de cuerpo o un tinto muy ligero como un pinot noir o una garnacha joven podrían funcionar bien.
Pescados con una estructura carnosa (casi como un filete)
Por el título de la categoría ya habrás imaginado un buen corte de atún, pero hay muchos otros pescados como el emperador o pez espada, o el popular salmón dentro de esta categoría. Son pescados que comparten una textura más firme, y algunos de ellos un nivel de aceites y grasas más elevado.
Si quieres seguir con blancos, busca blancos bien potentes o envejecidos tanto en roble como en botella. Un buen riesling de añada, un chardonnay de California o un blanco del Ródano, incluso un buen espumoso reserva o gran reserva y rosados.
Pero también son pescados a los que puedes poner tintos a base de pinot noir, garnachas o incluso tempranillos jóvenes.
Pescados con sabor fuerte
Aquí hablamos de las sardinas, las anchoas, la caballa... muchos de los pescados azules del Mediterráneo, con un sabor intenso y más salado.
Con estos pescados, juega la carta de los espumosos y los rosados secos. Aligeran la parte más grasa del pescado. Blancos bien mediterráneos como una buena garnacha blanca o sigue con tintos afrutados y con buena acidez, servidos un poco frescos.
Cuidado con los taninos y la sal, que pueden hacerlos más amargos y astringentes, o con preparaciones como el escabeche, donde el vinagre puede jugarte una mala pasada.
Como ves, sea cual sea tu gusto personal, seguro que podrás encontrar el vino adecuado para disfrutarlo con tu pescado.
¡Buen provecho y feliz verano!
@sergitannic