VERMUTEO: Creando tendencia a partir de la tradición

 

Hoy no te explicaremos ni el origen del vermut ni su elaboración. Tienes cientos de páginas en la red que te hablan del vino Hipocrático, el señor Carpano, la corte de Turín o la importancia de la artemisa. Hoy celebraremos la subida de aranceles a los productos de importación que impuso el gobierno conservador en 1881. Este es el verdadero hecho que hará que explote la industria vermutera en nuestro país, especialmente en Reus, capital de los destilados durante el último tercio del siglo XIX.

 

Estos aranceles, aplicados también a vinos y bebidas espirituosas, hicieron que los precios de ciertos productos subieran casi de un día para otro, favoreciendo la producción local de este tipo de vinos, como el vermut.

 

Tampoco entraremos en polémicas de cuál fue el primer vermut elaborado en el Estado Español, si el del turinés afincado en Badalona Augusto Perucci, el vermut Mila de Toledo, el de la bodega Melquiades Sáenz de Huelva o el reusense Punt e Mes. Lo que destacaremos es que estamos creando un verdadero fenómeno mundial, impulsando la aparición de vermuts incluso en lugares totalmente ajenos a esta bebida o recuperando marcas históricas.

 

 

El ritual del vermut: tradición y tendencia en el aperitivo
 

Se abren vermuterías en muchas poblaciones, donde ofrecen una selección más o menos importante de marcas y tipos, o incluso creando su propio vermut de la casa. Pero seamos serios, en nuestra casa no bebemos vermut, en nuestra casa “hacemos” el vermut. No hablo en el sentido más estricto de la elaboración sino en el sentido de que ir a “hacer” el vermut es un ritual, una tradición, una “performance” social en torno a esta bebida (u otras) y que utilizamos de manera genérica para referirnos a hacer el aperitivo.

 

Ir a hacer el vermut era el acto social del aperitivo, los domingos y festivos que se hacía en el bar, en el ateneo, en el club después de la misa y antes de pararse a comprar el roscón para los postres de la comida de los domingos. El vermut, que gracias a la maceración de hierbas amargas como la artemisa, ayudaba a preparar el estómago y a abrir el apetito, se acompañaba de unas aceitunas, unas patatas fritas, unos dados de queso... y para los días de fiesta grande unos mejillones en escabeche, unas coquinas o unos taquitos de jamón. Le llamaban el vermut de Fiesta Mayor. El vermut era el acto social de “ver y ser visto”, el preludio de la mejor comida de la semana, la del domingo.

 

Y esta es la esencia de lo que tenemos que exportar, ese momento social, acompañado, gracias a Dios, de unos vermuts (el líquido, ahora sí) que no solo recuperan sino que reinterpretan la tradicional bebida. Hacer que quedar para hacer el aperitivo pase a ser por “hacer el vermut”, aquí, en Nueva York, Singapur o Berlín. Un trabajo en el que todos los “vermuteros” del país podemos convertirnos en perfectos embajadores... que en este caso, la experiencia es un grado.

 

Vermuts para todos los gustos
 

Aquí os dejamos los Vermuts más deliciosos de Petit Celler: