Con una crianza de 22 meses en barricas, presenta a la vista un intenso color morado cardenalicio, con ribetes granates. Capa cerrada típica de la uva Tempranillo, lágrima densa y abundante. Los aromas de flores y frutas frescas llenan nuestros sentidos, apareciendo posteriormente los tonos de vainilla, cacao, torrefacto, cuero nuevo, que confirman el buen ensamblaje de la madera con la uva. Tonos de sándalo y especiados, así como tabaco o regaliz dejan un recuerdo agradable y persistente. La entrada en boca es elegante, carnosa, llenando el paladar de frescura. El avance es potente y complejo y nos deja un postgusto largo, intenso, de uva muy madura y taninos redondos, nobles. Es, en definitiva un vino serio y complejo, que se presenta ahora, pero que le queda larga vida por delante.